En mis recorridos con la gente de mi Distrito y en muchas partes la gente me pregunta por qué los políticos nos dedicamos a pelear, a acusarnos, a descalificarnos y a hacer de la política un campo de batalla donde no hay respeto entre nosotros, respeto a a las instituciones y a los ciudadanos que están hartos de los conflictos partidistas.
¿Por qué no se unen y colaboran para resolver problemas reales de la sociedad? ¿Por que no hacen de sus diferencias un reto para dialogar y llegar a acuerdos a favor de la gente? ¿Por qué hacen de las pertenencias partidistas una intolerancia radical y no el arte de crear armonía y concordia social? ¿Por qué utilizan los recursos públicos para ostentar privilegios exagerados, en lugar de conducirse con moderación y sobriedad?
Son preguntas legítimas y justas.
Mi propuesta es dar respuestas con menos retórica y más hechos y resultados.
Mi propuesta es ejercer los recursos públicos de manera honrada, transparente y eficaz para ser ejemplares.
El poder es prestado, es temporal, tiene límites legales y morales que debemos cumplir responsablemente.
¿Qué podemos decir y hacer para dar el ejemplo de una transformación profunda en el poder temporal que nos confieren los ciudadanos.
Mi propuesta es dejar los pleitos y las bajezas y comportarnos a la altura de lo que nos exige la ciudadanía.
¿Nos imaginamos todo lo que podemos hacer a favor de la gente si, por encima de las diferencias, lo hacemos juntos, en colaboración?
Seguimos trabajando para ello.